El gobierno de Estados Unidos ha declarado últimamente que se están estableciendo los cimientos para un posible pacto comercial con China, con el objetivo de mitigar las tensiones causadas por la guerra de aranceles vigente entre ambas naciones. A pesar de la nueva imposición de tarifas por parte de Estados Unidos y las acciones de represalia de China, las negociaciones entre ambos países están progresando favorablemente, de acuerdo con las declaraciones de Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca.
Desde el inicio del nuevo gobierno en enero, Estados Unidos ha impuesto aranceles adicionales del 145% a numerosos productos procedentes de China, alegando preocupaciones sobre el papel de Pekín en la cadena de suministro de fentanilo y prácticas comerciales desleales. En respuesta, China ha fijado aranceles del 125% sobre los productos estadounidenses.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, calificó la situación actual como un «embargo comercial recíproco» y expresó su expectativa de que se produzca una desescalada en el enfrentamiento comercial. Bessent también señaló que el objetivo de Estados Unidos no es desvincularse de China, sino lograr un «gran y hermoso reequilibrio» de la economía china hacia un mayor consumo y de la economía estadounidense hacia una mayor manufactura.
En este contexto, la administración estadounidense ha iniciado negociaciones con otros socios comerciales, como Japón, India y la Unión Europea, para buscar acuerdos que reduzcan la dependencia de China. Sin embargo, China ha advertido que tomará represalias contra cualquier país que cierre acuerdos comerciales con Estados Unidos si estos perjudican sus intereses.
Aunque existen tensiones, las afirmaciones de la Casa Blanca y del secretario del Tesoro indican una posible disposición a resolver el conflicto comercial. La comunidad internacional sigue de cerca estos avances, dado que un pacto entre Estados Unidos y China podría tener efectos importantes en la economía mundial.